Era 1976, cuando comenzaron los años oscuros en nuestro país, un día que
no recuerdo si era verano o invierno, viene el Tío Palito a contarles a la
Abuela y a Mamá que habían adoptado a una nena de días, en la Iglesia
Evangélica a la que ellos asistían, una mujer de nacionalidad Paraguaya,
alegando que no podía quedarse con la criatura, la daba en adopción, según el
Tío Palito, ella volvía a su país y firmó unos papeles al Pastor de la Iglesia
en el que decía que nunca reclamaría a la nena, ellos siempre quisieron más
hijos, la Tía cuando estuvo embarazada de mi primo tuvo varias complicaciones,
y no pudieron tener más hijos, la llegada de mi prima trajo alegría a la
familia, nosotros no la conocimos enseguida, pasó un tiempo hasta que vinieron a casa, para que la
Abuela la conociera, yo la conocí cuando tenía casi un año de edad, para ese
mismo tiempo el Tío Palito desaparece por varios días, no sabíamos nada de él,
después de mucho andar, Papá y mi otro tío, logran que les digan que estaba
detenido en la Cárcel de Olmos, La Plata, el Tío Palito era personal civil en
una comisaría de San Isidro y tenía una relación “amorosa” con la esposa del
comisario, él los descubrió, a ella no se que le paso, pero al Tío le inició
una causa falsa y terminó en Olmos, en eso tiempos no era fácil comunicarse con
la familia y debido a su situación no se le permitía hacer llamadas, después
vinieron los abogados, las visitas al penal.
Así fue como conocí a mi prima, la tía la dejaba al cuidado de Mamá y
ella iba a Olmos a veces acompañada por mi tío, otras por Papá, a pesar de la
situación en la que se encontraba el Tío Palito, finalmente el juez les dio la
tenencia permanente de mi prima, algo que Mamá creía imposible; a finales de
1977, en una amnistía que hizo el gobierno, el Tío Palito fue liberado, llegó a
casa de madrugada, yo los escuche hablar toda la noche, para esa época nosotros
vivíamos en casa de la Abuela, después Papá lo llevó hasta su casa en el
conurbano, recuerdo durante el año que estuvo en Olmos, una vez al mes era ir a
ver al Tío y llevarle lo que necesitaba, hasta yo fui una vez a verlo a la
cárcel, con Mamá pasamos por la requisa que le hacían a las mujeres, donde lo
vimos era en un pabellón común junto a los otros presos, unos al lado de otro,
más los guardia cárceles muy bien armados; hoy que lo veo a la distancia me
pregunto cuanto de ellos recuperaron su libertad, algo que llamó mi atención
cuando estábamos afuera esperando para entrar eran los carteles que decían que
“liberen a los presos políticos”, yo era una nena de 11 años, con padres
trabajadores que poco entendían lo que pasaba; por las tardes a veces venía
alguna visita a casa y hablaban con la Abuela y Mamá delante de mí sobre algún
familiar o conocido de ellos, en ese momento había tomado una actitud la de
escuchar y no hacer preguntas, seguía haciendo la tarea, de esa manera, cuando
volvieran, seguirían hablando delante mío, todos esos relatos los fui guardando
en mi memoria, algo en ellos me intrigaba y sabía que algún día iba a encontrar
la respuesta.
Después que el Tío Palito salió de la cárcel nunca más volví a ver a mi
prima, llego la adolescencia y los años oscuros seguían marcando el camino,
antes escuchaba cosas, ahora veía cosas y siempre seguía en la misma actitud de
observadora pasiva, en el 82, Malvinas, nos golpeó mucho a los pibes de mi
edad, a finales de ese año ya se hablaba de votar y también se empezó a hablar
públicamente de los desaparecidos, eso hizo que yo prestara más atención al
entorno, las madres, las abuelas de plaza de mayo, con la llegada de la
democracia en el 83, ya vivíamos en nuestra casa, yo trabajaba en una oficina,
los años oscuros quedaron atrás y muchos secretos guardados bajo siete llaves
comenzaron a salir, la verdad empezó a golpearnos en la cara a muchos
Argentinos, cada noticia traía a la luz un recuerdo guardado en mi memoria, las
historias del familiar de alguien desaparecido, algunos compañeritos que no
volví a ver, de un día a otro, las requisas que nos hacían en los colectivos a
los pibes de colegio, nos hacían bajar y a veces algunos no volvían a subir,
todo eso guardado en mi memoria ahora tenía otro sentido.
Mamá que era una mujer simple, con la sabiduría que da la vida, los
conocimientos adquiridos que vienen en el ADN, esos que no se obtienen con
libros y estudios, una tarde cuando volví del trabajo, mientras las dos
tomábamos unos mates y veíamos la tele, en el programa hablan sobre la
apropiación de bebés en tiempos de la dictadura, como se los quitaban a sus
madres, y se los entregaban a otras familias, es en ese momento que Mamá me
dice -Tu prima no será hija de desaparecidos-; el silencio llenó la cocina
donde estábamos tomando mate, hasta el televisor pareció enmudecer, me quede
mirándola por un rato y después como si fuera una niña que busca la respuesta,
esa que le diga “son cosas de tu madre” como siempre dicen las madres ante
algún pensamiento dicho en voz alta,
sólo pude decirle, preguntarle, hasta con inocencia, con casi 20 años,
todavía me resistía a esa afirmación -¿vos crees?-, me miró a los ojos, con esa
mirada tranquila, su forma serena de ser y como quien sabía algo que iba más
allá del propio conocimiento primario, me responde -las fechas, como fue
adoptada, como les dieron la tenencia, todo coincide-.
A mi prima nunca más la vimos después de esos días que la tía la traía
para ir a Olmos, ni cuando murió la Abuela vino y eso fue a principios de los
80, lo poco o mucho que sabíamos de ella, era por el Tío Palito, cuando contaba
sobre mi primo y ella; cada vez que una noticia, sobre nietos recuperados se
daba a conocer y si era una niña, Mamá
prestaba mucha atención al tema, siempre creía que una de las nietas
recuperadas sería ella y que la familia se vería involucrada, creo que Mamá
tenía miedo a ver el nombre de su familia relacionado con algo de la dictadura.
Con la muerte de Mamá yo deje de tener trato con el Tío Palito, pero al
igual que Mamá siempre que un nieto es recuperado, estoy atenta a las noticias,
ella decía -que si alguna vez la duda la toca, se hará los estudios de ADN,
para quitar la duda, sobre su origen-; lo real es que hay una cuna vacía que
busca ser ocupada por su
destinatario original, a ese que le privaron sus sueños reales, les
dieron otros, con otra cuna, otros sueños y otras esperanzas.
Stella Maris Leone
Geraci
Artista Plástica,
Fotógrafa, Escritora
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