domingo, 6 de febrero de 2022

Rosa

 Rosa 


Por @stellamarisleonegeraci


Desde la ventana de la cocina, podía ver el cielo despojado de nubes, terminó de preparar el desayuno, lo sirvió, cuando todos se fueron a cumplir con  sus obligaciones, ordenó todo, busco la mochila que guardaba bajo la cama y salió.


Emprendió su viaje cómo cada lunes, abrió la puerta, la abrazaron, la amaron, almorzaron desnudos en la cama, fueron a realizar unas compras, tomaron café en un bar, nuevamente emprendió su viaje de regreso.


Guardo la mochila, debajo de la cama, preparo la cena, como siempre, sonrío, continuó con su ritual de horas repetidas de calendarios organizados, por las tareas a cumplir de mandatos impuestos; los lunes eran suyos, y eso nadie se lo podía quitar.


Llovía y no le importaba, busco su mochila, las llaves del auto, tomó la ruta, hasta llegar a su destino, pasaron el día juntos, celebraron, se celebraron, antes de irse, le pidió que no volviera a la ciudad, ahí tenían todo para ser felices, no necesitaban más, lo miró subió al auto, se despidió, emprendió su viaje, a las cuadras volvió, era el momento de rehacer su vida.


En la casa no sabían nada de ella, el celular estaba en la habitación, su ropa también, no faltaba nada, los chicos preguntaban por Rosa, hasta que la mujer dijo, -mañana voy a contratar otra empleada-.