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domingo, 26 de septiembre de 2021

Rayuela

 Rayuela


Por @stellamarisleonegeraci


"La vida es cómo la rayuela, a veces estás en el cielo otras en el infierno, vivo a los saltos de la economía, del amor, de las crisis personales, sociales, y ahora la pandemia".


Esa casa abandonada era un buen refugio para pasar unas noches, se metió por una de las ventanas que estaban rotas, todavía quedaban muebles, acomodo su cuerpo en una de las camas y se durmió, se quedó varios días, mientras recorría la casa, fue descubriendo su historia, fotos de quiénes vivieron ahí, libros, por alguna extraña razón, comenzó a ordenar cada ambiente, en uno de los roperos había ropa pasada de moda, estaba sana, se la puso, y salió a buscar algo de comida, todavía le quedaban unos pesos de su último trabajo, la ropa le daba un aire excéntrico.


Al volver se cercioró que nadie la viera cuando entraba, la biblioteca era su lugar preferido, cambio algunos muebles de lugar, con trapos viejos y una manta antigua arregló un viejo sillón destartalado para leer, en uno de los muebles descubrió varios diarios íntimos, al principio dudo en leerlos, María Paula tenía 16 años cuando quedó embarazada, su mamá le ponía una faja, para qué no se le notara su panza, así podía seguir concurriendo a la escuela, cuando estuvo cerca la fecha del parto la enviaron a Italia con unos parientes que nunca había visto, sus padres habían arreglado todo, una prima que no podía tener hijos se quedaría con la bebe, cuando nació Sophia, se la dieron a la prima, nunca más la volvió a ver, a su regreso María Paula no fue la misma, en la última página se despedía de su hija, con mucho amor dolor.


En una de sus salidas a buscar algo para comer, una mujer la miró, le comentó que se parecía a María Paula, no le respondió, la miró con una leve sonrisa, en otro lugar vio un cartel donde pedían una empleada para tareas generales medio día, el trabajo era suyo, decidió que era el momento de habitar la casa, abrió la puerta y las ventanas, la luz hacía brillar cada ambiente; con los días limpió el jardín secreto, la ropa de María Paula, le daba el aire exótico, que necesitaba, para habitar la casa, una vecina se paró frente a la puerta del jardín, le dijo - Hola soy Sophia, pase-, la vecina la miró, le preguntó -¿sos la hija de María Paula? -, ella asintió, hablaron largo tiempo y le regaló unas plantitas que había reproducido, siempre tuvo buena mano para las plantas, con el pasar de los días todos la saludaban como a alguien que siempre vivió en esa casa.




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